Rousseff: “En un continente tan desigual nosotros dimos un pequeño paso”

La expresidente de Brasil Dilma Rousseff visitó la ciudad de Buenos Aires para participar de la conferencia Democracia, Derechos y Justicia Social, recibió un homenaje, respondió varias preguntas, habló de Macri y se refirió a la actualidad política en Sudamérica: “La región vive un largo proceso de golpes de Estado”, sentenció.

Dos semanas después de que Cristina Fernández viajara a San Pablo para compartir reuniones con Luiz Inácio Lula Da Silva y con la propia Rousseff, la exmandataria del vecino país, destituida en agosto pasado, devolvió gentilezas y visitó la Argentina.

Durante su contacto con la prensa en la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), una de las entidades organizadoras del evento, Rousseff no anduvo con vueltas respecto a su futuro: “No pienso volver a la política”, dijo y sostuvo su afirmación al entender que “el gran presidente para Brasil es Lula”.

Al opinar sobre la posibilidad de que en su país se efectúen elecciones indirectas, en manos del Congreso, para elegir un nuevo presidente, ante las presiones de renuncia que enfrenta Temer tras los casos de corrupción que lo involucran, y que ya provocaron la salida de seis ministros en un semestre, Rousseff afirmó: “serían un golpe dentro de un golpe de Estado”, dijo y ejemplificó su postura en lo que fue el impeachment que sufrió en su contra. “Ahora estamos viendo un largo proceso de golpes” de Estado, especificó.

Respecto a la gestión de gobierno de Mauricio Macri, la exmandataria acusó al líder del PRO de liderar un giro neoliberal en la región. “Creo que tiene una característica: propone un Estado mínimo, la desregulación, radicaliza el neoliberalismo que fue implantado antes del período Kirchner y creo que aquí va a crecer la desigualdad, la pérdida de derechos, lo que es muy grave y muy similar a lo que ocurre en Brasil”, aseveró Rousseff.

Sobre los hechos de corrupción y el pago de sobornos millonarios en Brasil y otros 11 países de América Latina por parte de la constructora norteamericana Odebrecht, intentó separar los tantos: “Vamos a distinguir las cosas. Se puede combatir a la corrupción en democracia, lo que no es posible es usarlo de forma incorrecta porque ahí se está interfiriendo con la justicia, con el derecho de la defensa y con las bases y principios que sustentan la relación jurídico política. Todos somos iguales ante la ley y quien acusa tiene que probar. Uno no puede llegar a una fiscalía y decir no tengo una prueba pero tengo una convicción. No estamos en la Edad Media. Hoy es necesario que se pruebe la culpa y eso vale para mí, para usted y para los ciudadanos de cada país”, expresó.

Por último, consultada por su gestión y el conjunto de gobiernos que hubo en Sudamérica durante los últimos quince años, Rousseff no lo dudó: “Elevamos a 36 millones de personas fuera de la pobreza y elevamos a 40 millones a la clase media. Obviamente no es un proceso trivial y no estoy diciendo que América Latina y Brasil resolvieron los problemas de desigualdad, digo que en un continente tan desigual nosotros dimos un pequeño paso”.

 

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