Navidad sin pirotecnia: razones para una celebración consciente

La pirotecnia es una tradición común en las fiestas de Navidad y año nuevo, pero sus consecuencias negativas son cada vez más evidentes. Diversas organizaciones, como la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires, advierten sobre los riesgos asociados a su uso.

Primero, la pirotecnia afecta gravemente a los animales. Los ruidos intensos generan estrés, desorientación y ataques de pánico en mascotas y fauna silvestre. Estudios del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) confirman que estas situaciones provocan incluso pérdidas de ganado en zonas rurales.


También, las personas con hipersensibilidad sensorial, como niños con trastorno del espectro autista, sufren enormemente. El Ministerio de Salud de la Nación destaca que los estallidos pueden desencadenar crisis de ansiedad y malestar extremo.

La pirotecnia también representa un serio peligro físico. Durante las fiestas, los hospitales registran un aumento significativo de casos de quemaduras y lesiones oculares. Informes del Hospital Garrahan señalan que la mayoría de las víctimas son niños.

 

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Por otro lado, el impacto ambiental es alarmante. Los fuegos artificiales liberan sustancias tóxicas al aire, contaminan fuentes de agua y generan basura no biodegradable. Según distintos organismos vinculados al ambiente, estas prácticas agravan la crisis climática.

Celebrar las fiestas sin pirotecnia es posible: las luces decorativas y actividades familiares ofrecen alternativas seguras y respetuosas. Asimismo, promover un cambio cultural hacia celebraciones conscientes es una responsabilidad colectiva.

En definitiva, abandonar la pirotecnia en las fiestas de Navidad y año nuevo protege la salud, el medioambiente y fomenta la convivencia.

 




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