La fiesta financiera vs. el dólar inmóvil: claves de la gran desconexión argentina
La bolsa sube, el riesgo país se desploma, pero el dólar, la principal preocupación de los argentinos, apenas se mueve. Analizamos las razones de esta aparente contradicción.
Si uno mira los mercados financieros desde las elecciones, podría pensar que estamos en plena fiesta. Las acciones en la bolsa subieron un 53% en dólares, el riesgo país se desplomó un 38% (cayendo de 1.081 a 665 puntos), y las tasas de interés bajaron del 55% al 38%. A simple vista, una mejora espectacular.
Sin embargo, cuando miramos el dólar, el termómetro que la mayoría de los argentinos consulta a diario, vemos que apenas cayó un 1%.
Esto dispara dos preguntas inevitables: ¿Es tan asombroso este optimismo como parece? Y, sobre todo, ¿por qué el dólar inmóvil no refleja esta supuesta fiesta financiera?

Fiesta financiera vs. dólar inmóvil: un optimismo con matices
Sobre lo primero, si bien la recuperación es notable, la verdad es que si comparamos con el mejor momento de este mismo gobierno, en enero, todavía estamos lejos. En aquel momento, la bolsa llegó a valer un 20% más que hoy y el riesgo país estuvo un 16% más abajo. El dólar valía 22% menos y las tasas estaban en 29%.
Un optimista diría que “todavía hay margen para mejorar”, pero un realista recordaría que los fundamentos de la economía no cambiaron tanto. Por eso, vale la pena concentrarse en la gran pregunta: ¿Por qué el dólar no reacciona?
La respuesta tiene dos claves fundamentales.
La “resaca” de la intervención pre-electoral
Durante los últimos meses, el gobierno utilizó toda su artillería para contener el dólar antes de las elecciones. Tuvo que intervenir vendiendo miles de millones de dólares físicos, ofreciendo bonos atados a la devaluación (el famoso “seguro de cambio”) y operando fuerte en el dólar futuro.
Toda esta intervención para “pisar” el precio sumó más de 22 mil millones de dólares.
¿Qué pasa ahora? El gobierno tiene que desarmar o recomprar todo eso. Por eso vimos que el dólar amagó con bajar a 1.350 justo después de las elecciones, pero rebotó enseguida. El propio gobierno se convirtió en el principal demandante de dólares del mercado para reponer lo que vendió.
El problema es que, para comprar, necesita vendedores. Y no hay. Con la medida de “retenciones cero”, el campo liquidó casi todo lo que iba a vender el resto del año. Hoy no hay privados ofreciendo grandes cantidades, por lo que este nuevo “piso de compra” del gobierno hace imposible que el dólar baje a los $1200 que el mercado, en enero, esperaba para esta fecha.
Los dólares prometidos (que aún no están)
El segundo punto, y el más pesimista, es que los dólares prometidos… todavía no están.
Aunque se confirmó por múltiples vías, el SWAP con Estados Unidos por 20 mil millones de dólares todavía no ingresó. Tampoco los otros 20 mil millones en préstamos que se anunciaron.
Mientras esa plata no llega, la demanda de la gente sigue intacta con compras de entre 4 y 6 mil millones de dólares por mes solo para ahorro. A eso hay que sumarle la demanda estacional por las vacaciones de verano y un evento mayúsculo como el mundial en Estados Unidos el año que viene. ¡Con el mundial, tal vez se podrían fugar los 20 mil millones del SWAP entero!
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La verdadera apuesta y la “YAPA” geopolítica
La apuesta real del gobierno, más allá de la foto de la bolsa, la fiesta financiera y el dólar inmóvil, es confirmar este préstamo y seguir bajando el riesgo país. El objetivo no es tanto tomar deuda nueva, sino poder “patear” los vencimientos de los próximos años; canjear bonos que vencen pronto por bonos más largos. Si logran eso, se sacan un peso enorme de encima.
Pero aquí vale la pena sumar una “yapa” final, una mirada más geopolítica.
En los últimos días, circulan análisis sobre las motivaciones de Estados Unidos para ofrecer esta ayuda. Mientras el dólar está perdiendo poder en el mundo frente a los BRICS, China y el oro, el gobierno de EEUU se ve forzado a reaccionar. ¿Qué hace una potencia cuando su moneda se debilita?
Una figura como Trump, o esa línea de pensamiento, podría estar buscando exactamente esto: economías endebles como la nuestra para usarlas como “caso de ejemplo”.
Sobre Nicolás Núñez
Economista de la UBA con Maestría en Finanzas de la Universidad Di Tella. Investigador en el Centro de Investigación de Economía Nacional (CIEN). Analista macro-financiero. Director durante 2022 nombrado por ANSES en cinco de las principales empresas argentinas. Profesor de mercado de capitales en la UBA y en la Universidad de Lanús. Actualmente cursa en la Universidad de San Martín un doctorado en relaciones internacionales.

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