Mundo naturista: “El milagro del aceite de coco”

Bajo el título “El milagro del aceite de coco”, el doctor Bruce Fife nos lleva a un apasionante relato sobre las características y propiedades del aceite de coco mostrando con evidencia científica las claves del porqué podemos considerarlo milagroso, teniendo en cuenta que hoy en día este aceite es un número uno en ventas en las dietéticas y tiendas naturistas de todos los países.

Pero ¿qué lo hace tan famoso en el mundo del naturismo para tener el mote de ser considerado milagroso, cuando en los 90 hubo una guerra en su contra y aun hoy en día muchos nutricionistas no naturistas siguen sin recomendarlo por considerarlo una grasa saturada?

Si bien el aceite de coco técnicamente es una grasa saturada, no es como la grasa de origen animal cuya cadena química es de larga composición y está tan vapuleada por considerarse enemiga del corazón.

La diferencia con el aceite de coco es que éste es de cadena media (TCM) y este tipo de grasa media tiene muchos atributos que son beneficiosos para la salud. Los triglicéridos de cadena media (TCM) son aceites compuestos por el 100% de ácidos grasos de cadena media (AGCM).

 

 

Estos beneficios se usan desde los años ‘50 en los hospitales para tratar la mala absorción, fibrosis quística, epilepsia y en formulación hospitalaria para nutrición infantil.

Un estudio que hizo famoso al aceite de coco es el de Pukapuka y Tokelau (1981), realizado durante diez años en dos islas del Pacífico. Se eligió a este tipo de población ya que han permanecido aisladas de las influencias de alimentación occidentales y sus dietas básicas tiene un alto contenido en aceite de coco o derivados del mismo y productos de mar cocinados en este aceite y pulpa de coco.

Gran parte de las conclusiones para estas islas fue que no había enfermedad renal, ni hipotiroidismo, ni alto colesterol, no conocen la aterosclerosis, las enfermedades cardiovasculares, estreñimiento, colitis, cáncer de colon, hemorroides, úlceras, divertículos, etc. y más etc. de otras enfermedades típicas de las zonas más civilizadas del planeta.




La Asociación Americana del Corazón recomienda no consumir más del 30% de nuestras calorías en forma de grasa y no más del 10% de esta que sea saturada, pero resulta que los habitantes de las islas mencionadas en el estudio consumen hasta un 60% de su dieta de la grasa del aceite de coco. Por consiguiente, las grasas saturadas se elevan a más del 35 % y aun así sus habitantes tienen índices de colesterol normales o bajos y, como dijimos anteriormente, la ausencia de enfermedades cardíacas.

También se hizo el seguimiento de habitantes de estas islas que migraron a Nueva Zelanda, donde el cambio de dieta provocó que su colesterol general en sangre comenzara a aumentar y también sus valores de colesterol malo, a pesar de que consumían menos cantidades de grasa. Comenzaron también a desarrollar enfermedades comunes de la sociedad occidental.

De por sí, el estudio reveló que el alto consumo de aceite de coco redundó en un alto beneficio de salud para la población de las islas donde no se conocen enfermedades cardiovasculares.

Este estudio fue revelador para investigar las propiedades del aceite de coco y su composición de diferentes AGCM (ácidos grasos de cadena media) observando las propiedades sobre la salud humana que estos ejercen.

 

 

En tanto, en algunas regiones de la India donde se sustituyó el aceite de coco por otros aceites vegetales, el índice de enfermedades cardiovasculares se triplicó.

En los países occidentales donde el aceite vegetal es la principal fuente de grasa, la enfermedad cardiovascular suma el 50% de las muertes: esto es una clara señal de que deberíamos sustituir los aceites vegetales refinados de cocina por el aceite de coco si queremos mejorar nuestra salud.

Contra virus, bacterias y parásitos

En su libro sobre el aceite de coco, Bruce Fifer sostiene que los AGCM del aceite de coco “son eficaces para destruir los virus que causan la gripe, el sarampión, los herpes, la mononucleosis, la hepatitis c y el sida”. 

También las bacterias que provocan úlceras estomacales, infecciones de garganta, neumonía, sinusitis, dolor de oídos, fiebre reumática, caries dental, intoxicación alimentaria, infecciones urinarias, meningitis , gonorrea, y el síndrome de shock tóxico, los hongos y levaduras que pueden dar lugar a la tiña, la candidiasis, las aftas y los parásitos que provocan infecciones intestinales como la giardiasis.

La mayoría de los virus y bacterias están recubiertos por una capa de lípidos (grasas), membrana que envuelve el ADN y otros componentes celulares. La misma es prácticamente líquida y los ácidos grasos de cadena media del aceite de coco eliminan fácilmente este recubrimiento. Lo mismo sucede con los parásitos, cuya capa protectora es destruida por los AGMC.




Aceite de coco y metabolismo 

El aceite de coco produce energía y no grasas, ya que los AGCM se digieren y utilizan de una forma diferente. No se convierten en lipoproteínas y no circulan por el torrente sanguíneo como las otras grasas si no que van directo al hígado, donde se transforma en energía, igual que los carbohidratos.

De manera que, cuando se consume aceite de coco, el cuerpo lo utiliza de forma inmediata para producir energía y elevar así nuestro metabolismo

Vale mencionar que la leche materna contiene todos los nutrientes que el bebe necesita durante su primer año de vida con una mezcla perfecta de vitaminas ,minerales, proteínas y grasas. Un componente importante de la misma son los ácidos grasos de cadena media principalmente el ácido laurico que, justamente, es el principal ácido graso del aceite de coco.

 

 

¿Cuál consumir?

Hay dos tipos de aceite de coco, uno es el refinado -que no huele a coco- y para cuya extracción se utiliza alta temperatura y diversos procesos y por lo tanto más barato.

El otro aceite es el aceite virgen que es prensado en seco o con otros métodos pero sin uso de calor, por lo cual huele a coco. La buena noticia es que ambos tienen las mismas propiedades por lo tanto se recomienda elegir el que más le guste a cada paladar o al bolsillo.

¿Cómo tomarlo?

Según el autor del libro, se puede tomar inicialmente 3,5 cucharadas soperas por día, eso es 50 gr diarios pero para muchos naturistas en su experiencia hay que limitar el consumo a una cucharada de sopa por día la primer semana, en la segunda tomar dos y así ir subiendo una cucharada por semana hasta llegar a las 3,5 diarias.

Dado que el aceite de coco es un gran desparasitante, eso provocaría una gran limpieza para el cuerpo por lo que conviene hacerlo lentamente. Luego del primer mes de consumo, ya se podría comenzar a utilizar como reemplazo del aceite de cocina.

Fuente: “El milagro del aceite de coco” (Bruce Fifer, Editorial Sirio, 2014)

 

El presente artículo es a título descriptivo e informativo y no reemplaza bajo ningún punto de vista la consulta médica.

 

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