Sin autobuses, taxis, ni escuelas: millones de personas en huelga contra el ajuste

La gran masa de los trabajadores argentinos se adhirió al paro convocado por la CGT este jueves, bien por decisión propia o por las enormes dificultades para trasladarse a su trabajo, en la primera medida de fuerza generalizada en contra del gobierno de Mauricio Macri luego de un año de recesión y alta inflación.

«El paro fue contundente. El único que para el país es la CGT. Quedó claro», expresó desde el lado sindical Pablo Moyano, líder del gremio de los Camioneros, el puesto que heredó de su padre, Hugo.

Fue una medida de fuerza extraña. En su momento, los sindicatos no parecían decididos a convocarla y retrasaron la fecha todo lo que pudieron. Pero sus bases les empujaron. «Hemos estado conteniendo esto, sin embargo llega un momento en que si no te pones al frente, te pasa por arriba», admitió Carlos Acuña, uno de los tres líderes de la Confederación General del Trabajo.

Todas las huelgas generales significan siempre una disputa política entre el gobierno de turno y los sindicatos, pero la apuesta de Macri por aplicar políticas económicas ortodoxas después de 13 años de kirchnerismo, generó un desencanto en buena parte de la población, en especial en la clase media baja, que vive en la economía informal y sufre con dureza la caída de la actividad.

Este 6A significó también una prueba clave entre los fieles al Presidente, que convirtieron el hecho de ir a trabajar casi en un acto de militancia, luego de la manifestación del sábado pasado en favor del gobierno.

Los resultados de la gestión de Cambiemos  marcaron que hay casi 1,5 millones de pobres nuevos desde la salida de CFK. La disconformidad terminó en un paro en el inicio de este otoño que tuvo la vista puesta en las elecciones de la próxima primavera, esas que decidirán en buena medida si Macri llegó para quedarse.

 

La terminal de ómnibus de Villa Gesell, este jueves. (Foto Ricardo Stinco)

 

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