Según la ONU, la desocupación en las zonas urbanas de Latinoamericana caerá un 2% en 2018
De acuerdo a las previsiones hechas públicas por la Cepal, el brazo de Naciones Unidas para el desarrollo económico en la zona, la economía de la región crecerá en 2018 a su ritmo más alto en casi un lustro y se expandirá un 2,2%, nueve décimas más que este año.
Tras dos años negativos en términos de desempleo, la desocupación en zonas urbanas también caerá –del 9,4% al 9,2%– en paralelo a la mayor actividad económica.
Hay un dato certero: la economía latinoamericana tiene dos motores, México y Brasil. El primero carbura sin grandes problemas, aunque por debajo de su potencial (en 2018 crecerá un 2,4%, la tercera cifra más baja de los últimos siete ejercicios) y siempre pendiente de lo que ocurra con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), amenazado por Trump y del que depende la cuarta parte de su PBI. El segundo empieza a despertarse de un largo letargo: tras la recesión de 2015 y 2016, que se comió casi un 7% de su riqueza, la mayor economía del subcontinente recupera poco a poco su tono y encadenará su segundo año consecutivo al alza.
El cuadro regional lo completan Argentina y Colombia, tercera y cuarta economías de América Latina y el Caribe. El país austral dejará atrás un período en el que ha intercalado años de crecimiento con sonadas recesiones y encadenará dos años consecutivos de una nada despreciable expansión –con sendos crecimientos del 2,9% en 2017 y del 3% en 2018– gracias al empuje de Brasil, su socio comercial por excelencia, y la recuperación del consumo privado. Colombia, por su parte, recuperará vigor el año que entra –crecerá un 2,6%, ocho décimas más que en 2017– y encadenará así casi dos décadas de crecimiento ininterrumpido.
La evolución de los precios de las materias primas —un factor “muy relevante para las economías de América Latina y el Caribe”, subraya la Cepal— seguirá su tendencia positiva en 2018. Tras caer un 4% hace dos años, en el ejercicio actual su cotización cerrará con un repunte superior al 10%. Las mayores alzas se registran en los productos energéticos (justamente los que en 2016 evidenciaron las caídas más pronunciadas) y en los metales y minerales.