Caso Báez Sosa: marcas en el cuerpo y mensajes de los rugbiers, claves en el juicio

En una nueva jornada del juicio por el crimen de Fernando Báez Sosa, los protagonistas fueron dos peritos que hicieron referencia a las marcas que tenía el cuerpo de la víctima. También se mostraron los mensajes que compartieron los rugbiers después del crimen.

Según explicaron los especialistas, Fernando tenía una impronta de al menos seis centímetros por dos en la parte izquierda del maxilar. Entendieron que esa marca fue producto de una patada, mientras que la lesión era compatible con la zapatilla que usaba Máximo Thomsen.


La primera en referirse al tema fue María Eugenia Cariac, perito de Policía Científica. Sostuvo ante el tribunal de Dolores que se estableció “una correspondencia” entre la lesión en la cara y la zapatilla marca Cyclone “con diseño en zigzag” que usaba Thomsen al momento del ataque en Villa Gesell.

Cariac fue quién obtuvo la foto del rostro de Fernando durante la operación de autopsia. Si bien indicó que la marca se correspondía con el calzado, sugirió “una prueba más profunda” para “corroborar si había correspondencia de diseño”.

 

Afirman que Báez Sosa “no tenía posibilidad de sobrevida” por las lesiones

 

Luego declaró Haydeé Almirón, jefa del Laboratorio Científico de la Policía Federal en Mar del Plata. La especialista confirmó que, de acuerdo con una pericia comparativa scopométrica, “la plantilla que pertenece al ciudadano Máximo Thomsen se corresponde a la huella en el maxilar inferior izquierdo”.

Ante una pregunta en ese sentido del defensor de los imputados, Hugo Tomei, Almirón dijo que “no hay posibilidad de error” respecto de esa cuestión. Asimismo, agregó que “la secuencia de zigzag” que presentaba la impronta en el rostro “no era posible que fuera de otra zapatilla”.

Los mensajes de los rugbiers

Los audios y mensajes que los rugbiers se enviaron entre sí y a otros amigos en los instantes posteriores al crimen de Fernando Báez Sosa tomaron relevancia durante esta nueva jornada del juicio. 

En ellos, los victimarios hacían referencia a que la víctima “caducó”, que mataron “a uno” y que no había que contarle “nada a nadie”.


El auxiliar de la Fiscalía General de Dolores, Javier Pablo Laborde, estuvo a cargo de analizar los teléfonos de los imputados. En la audiencia leyó cada uno de los mensajes que simultáneamente eran reproducidos en una pantalla.

“Estoy acá cerca donde está el pibe y están todos ahí a los gritos, está la policía, llamaron a la ambulancia… caducó”, decía el audio que a las 4.55, pocos minutos después del crimen de Fernando, envió el acusado Lucas Pertossi (23) al resto de los imputados.

“Nos peleamos. Ganamos contra unos chetos, los rompimos”, escribió a las 5.08 a un contacto fuera de ese grupo el rugbier Blas Cinalli (22). Éste último, hasta ahora, no había sido mencionado por los testigos que declararon en el juicio.

El imputado Cinalli fue quien también les manifestó a otros conocidos: “Creo que matamos a uno”, “le dimos murra a uno con el ‘perto’, lo recargamos a palo, pero mal. Nos vinimos corriendo a la casa”.

 

Fernando Báez Sosa

El juicio por el crimen de Fernando Báez Sosa continúa en los tribunales de Dolores.

 

El mismo mensaje añadía: “nos vamos a la playa. Previa en casa, vienen todas las gatas” y “yo sólo quiero tomar vino y fumar flores”, según reprodujo el testigo. Laborde debió leer esos textos frente a los padres de Fernando, Graciela Sosa y Silvino Báez.

Ante la una pregunta del querellante Fernando Burlando, Laborde confirmó que las expresiones de Cinalli fueron escritas 13 minutos después de que él y el resto de los imputados recibieran en el grupo de Whatsapp el mensaje de Lucas Pertossi que se refería al fallecimiento de Báez Sosa.

El testigo se refirió también a otro intercambio en el que el mismo acusado dijo que iban hacia un local de Mc Donalds y que estaban “corriendo” para que no los vieran. También describía que a raíz del ataque cometido, otros jóvenes habían resultado heridos.

“Dos convulsionaron, uno lo mandamos al hospital, sin signos vitales. Ahora estamos yendo a Mc Donalds a ver qué pasa”, dijo Cinalli a un contacto. La respuesta fue: “Son los demoledores”.


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