Reciclaje, de la conciencia a la oportunidad: la visión cambia y tiene génesis en Pinamar
El consumo exacerbado, la publicidad o la falta de conciencia medioambiental, entre otras tantas razones, han llevado al ser humano desde hace tiempo a una inercia cuanto menos contaminante y muy peligrosa en un planeta con recursos finitos.
Aunque en un principio reciclaban los más vinculados con el medio ambiente, los que veían la necesidad de cuidar a las generaciones futuras o de respetar a la Tierra, esa visión cambió con las repercusiones del consumo. Y en el distrito de Pinamar hay un espacio muy representativo en torno al tema: la cooperativa Reciclando Conciencia, que se ha vuelto experta en el rubro.
Con un esquema que promueve, además de preservar el medio ambiente, generar empleo vinculado a la sostenibilidad ambiental, surge desde las entrañas de la organización Carlos Méndez, presidente de la entidad.
En un extenso diálogo con Telégrafo, este especialista en gestión integral de residuos incursionó en la conciencia medioambiental, los efectos del consumo que alcanzan a la salud pública, la reutilización de ciertos materiales, su reparación, reciclaje y el aprovechamiento de los residuos.
Sostenibilidad
“El 2018 fue un año con un despertar en cuanto a ganar respaldo institucional. Entonces un poco lo que hicimos fue empezar a visitar todos los eventos relacionados al reciclaje. Estuvimos seleccionados entre 250 proyectos ese año, empezamos a movernos en Capital Federal y con eso llega la ventaja de conectarse con gente que está en esto de transformar los residuos en recursos. Expusimos en la Universidad Nacional de La Plata y ahí comenzaron diversas relaciones, por ejemplo hacer unas letras diseñadas a partir de material reciclado para la Facultad de Tecnología, poner los tachos de basura. Empezamos así un proceso de formalizar las relaciones” recuerda Méndez, en sus primeras palabras.
Uno de los siguientes convenios fue con la Universidad de Buenos Aires y supuso una trascendencia aún mayor. A partir de un proyecto de producción de ladrillos en base a telgopor, desarrollado junto al Centro Experimental de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU), la cooperativa ofrece ahora un nuevo tipo de eco bloque, otra alternativa para el porvenir.
“Surgió para darle solución a una problemática en el Gran Buenos Aires. Pudimos contactarnos con el arquitecto Carlos Levinton, padre del cantante de la banda Turf, y llegamos al nivel de recomendación ante un fabricante de bloques. Se generó un vínculo, lo hicimos visitar el centro experimental y explicamos las debilidades en cuanto a la trazabilidad de los materiales, en este caso el telgopor, uno de los más contaminantes, que cuando está en un basural a cielo abierto se transforma en combustible”, describe Méndez.
Los ladrillos hechos a partir de telgopor pos consumo no son otra cosa que las bandejas de comida, los potes de helados y los envoltorios de diversos electrodomésticos o maquinarias, sean pequeños o grandes. Con ellos se pueden edificar, por ejemplo, paredes divisorias, con el valor agregado de tener buenas prestaciones acústicas.
Para la producción del bloque, el telgopor primero se muele, luego se mezcla con cemento y aditivo y, finalmente, se coloca en moldes creados a partir de prototipos.
Porvenir
Con una producción actual de entre 40 y 60 ladrillos por día, Carlos reconoce que la tarea “va más rápido de lo que pensábamos”.
“Por un lado nos conformamos en darle solución y destino al telgopor que se descarta, aunque sea para pequeñas acciones, entre ellas, revestir la ampliación que hicimos en la cooperativa, con una hilera en base a ese tipo de ladrillo” detalla Méndez.
“En una segunda instancia produciremos para darle solución a los 28 socios de la cooperativas en particular, algunos que tengan diferentes necesidades. Y en una tercera instancia, alcanzar una producción semi industrial, con 500 bloques por día” estimó.
Estos ladrillos son un 40% más livianos que otros, contando con una alta aislación térmica y acústica, lo que los convierte en un material muy eficiente para la optimización de energía.
El último objetivo deberá llevar a Reciclando Conciencia a pensar en otro tipo de volúmenes y otros espacios, con la necesidad de ampliarse para darle capacidad a la acción de moler. “Estamos viendo la funcionalidad del proyecto con el correr del tiempo y ver hasta donde llegar con el modo manual y como mecanizarlo” cuenta su presidente.
Bien común social
Para este cooperativista hay algo fundamental en el futuro del proyecto: la regionalización de los volúmenes de residuos generados. “Tenemos un vínculo directo con las áreas de cada uno de los municipios de la zona. Es necesario entre todos estrechar lazos más allá de las diferencias políticas. Esto tiene que ir por un camino sin mezquindades, del bien común, esa es la lucidez necesaria. De no existir una regionalización en el tratamiento de estos temas, habrá desigualdades para ejecutar un plan de control de residuos. En Pinamar no hay suelo para un relleno sanitario. Villa Gesell y La Costa están en situación similar, hay que reunir cabezas que quieran una distribución segura en base a políticas ambientales”, analizó Méndez, interesado en el proceso que lleva adelante el Opds en estos tiempos en General Madariaga.
Cooperativas sí
El máximo logro probable de una cooperativa es gestionar su desarrollo sin depender de inversiones externas. “Su patrimonio es su patrimonio sin alianzas de las que depender”, define Carlos. Desde hace cinco años, la cooperativa está a cargo de la operación de la planta de transferencia en Pinamar. Ahora evita la contaminación del telgopor y genera un producto aplicable a la construcción, pero la tarea es mucho más amplia.
El servicio de tratamiento de residuos reciclables pre calificados que brinda Reciclando Conciencia dispone de 75 puntos permanentes de recepción de residuos, previamente separados por los vecinos, situados en calles centrales e instituciones educativas y públicas de las localidades de Pinamar, Valeria del Mar y Ostende, más otros 44 dispuestos en los balnearios.
La recolección de los materiales, a cargo de la municipalidad, termina en una cinta transportadora en la sede de la cooperativa: sus socios separan lo recibido en ocho tipos de plásticos y luego terminan de clasificar todo en 16 tipos de residuos diferentes. Algunos son bien valorizados, otros no. Entre estos últimos, justamente, figura el telgopor.
“El vidrio también pasa a ser contraproducente para la ecomomía de la cooperativa, pero le damos destino igual, el esfuerzo es muy valioso. El tecnológico por ejemplo va para Mar del Plata. Tenemos diversas operatorias y podemos emitir manifiestos de trazabilidad de residuos, avalados por el Opds. Eso es un saldo a favor que se le otorga a las empresas que se dan de alta dentro del sistema” detalla Méndez.
Inclusión
Los socios de la cooperativa reconocen que la curva de crecimiento de la organización se encuentra en una buena etapa, se implementan capacitaciones en recursos humanos y hay ampliación de maquinarias.
“A partir de la apertura que tiene la cooperativa con las instituciones, trabajamos por ejemplo con la oficina de empleo de la comuna. Lo que hacemos son entrenamientos para jóvenes, de dos horas por día, para generar un hábito de trabajo. Eso le aporta una tarjeta a chicos de 18 a 23 años en los primeros seis meses para que puedan tener su primer trabajo. En los tres años que hemos hecho entrenamientos de este tipo, se han quedado 14 jóvenes que ya son socios de la cooperativa” pormenoriza Carlos.
“Estamos incorporando 14 entrenamientos, desde junio a diciembre. Para esa época tendremos que haber sumado más chicos y es donde recurrimos a la mano de obra”, agrega sobre los veranos con arribo de turistas.
En paralelo, a través de un convenio con el Coopret, pasaron por la cooperativa cuatro chicos con capacidades diferentes y uno de ellos permanece en la organización desde hace dos años. Ahora es el encargado de guiar y capacitar en la cooperativa a otros futuros compañeros.
Regionalización
En pleno desarrollo de la gestión integral de residuos, en Riclando Conciencia entienden de la materia. “El rol de la cooperativa está claro, el grado de participación que puede llegar a tener, si somos funcionales y si realmente vamos a ocupar un espacio más amplio, si eso se tendrá en cuenta en la región. No tiene que ser necesariamente acá, puede ser tranquilamente de otro lado. Pensamos en que se haga, no importa quién ni dónde” razona Méndez sobre la importancia de reciclar más allá de todo. El problema, en definitiva, está a la vuelta de cualquier esquina. Es un todo, o es un nada.
El presidente de la organización reconoce que se ha dado una articulación entre la comunidad del partido de Pinamar con la organización social civil. “Esta no es una actividad autosustentable en las primeras etapas, menos cuando no existe una industrialización en el medio. La comuna, al reconocer a la cooperativa y brindar su asistencia, permite que la cooperativa se ponga a pensar, que es lo que la cooperativa necesita en lugar de ponerse a vender” describe este referente del cooperativismo en Pinamar, ejemplo de triangulación y sinergia.
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