Reforma constitucional de 1994: a 31 años del último gran acuerdo político nacional
El 22 de agosto de 1994, en Santa Fe, los convencionales constituyentes aprobaron el texto definitivo de la reforma constitucional, producto de un acuerdo entre los líderes de los dos principales partidos políticos del momento. Carlos Menem, presidente de la nación y del oficialista Partido Justicialista y Raúl Alfonsín, ex presidente de la nación y presidente de la Unión Cívica Radical, principal partido de oposición.
Nunca se había logrado un acuerdo que incluyera a los sectores políticos antagónicos, en la primera Constitución de 1853 quedó afuera la provincia de Buenos Aires, en la reforma de 1949 se retiró la UCR, quedando solo el peronismo, y en la reforma de 1957 el peronismo estaba proscripto. Fue la primera vez que la carta magna del país se aprobó por todos los espacios políticos que tenían representación.
La década de 1990
Con el comienzo de la década del ´90 el peronismo se mostraba potente, y había cambiado los paradigmas de su fundador. Reinaba el consenso de Washington al que adhirieron, traducido en las relaciones carnales, neoliberalismo sin anestesia y el remate de las empresas del Estado.
A principios de 1993 Menem ya tenía en claro, y lo expresaba públicamente, que necesitaba reformar la Constitución para poder ser nuevamente candidato a presidente y lograr la reelección por otro mandato, y que esa reforma la iban a realizar a cualquier costo. Para conformar una convención constituyente que pudiera reformarla debía convocarla el Congreso, y requería de mayorías que el peronismo no contaba, por tanto, necesitaban que la UCR apoyara la iniciativa.
Para evitar este proceso, el peronismo había encontrado un atajo a partir de un proyecto de ley que reglamentaba al artículo 30 de la Constitución y permitía, solo con los votos del oficialismo, convocar una reforma constitucional. A esta presión se sumó la convocatoria del presidente a una consulta popular no vinculante sobre la necesidad de la reforma. Esto generó serias tensiones políticas y el miedo de muchos sectores a volver a tener una nueva Constitución que sólo respondiera a los intereses del gobierno de turno, dejando afuera a los demás espacios políticos de la vida nacional.
Es así como, viendo la necesidad de superar esas diferencias irreductibles, Alfonsín y Menem sellan el pacto de Olivos, y con él, acuerdan avanzar en una reforma que tenía un núcleo de coincidencias básicas aprobadas todas juntas y sin modificaciones, y otras a debatir y trabajar en el proceso constituyente, todo ratificado por el Congreso mediante la ley 24.309.
1994, el año de l reforma constitucional
La reforma constitucional del ´94 recogía dos grandes demandas. Por un lado, la necesidad del presidente Menem, quien contaba con una mayoritaria aceptación popular, para ser reelecto. Por otro, las sustanciales reformas impulsadas por Raúl Alfonsín y la UCR -no sin fuertes críticas internas- que eran fruto del trabajo realizado por el Consejo para la Consolidación de la Democracia, creado por el mismo Alfonsín una vez recuperada la democracia en 1983.
El texto constitucional vigente desde 1994 amplió derechos, entre otros grandes temas determinó la defensa de la Constitución y la democracia, criminalizando y declarando de nulidad absoluta los golpes de Estado, redujo el poder presidencial acortando el mandato de seis a cuatro años, dispuso el voto directo para presidente y vice, el ballotage, derechos ambientales, de pueblos originarios. Además consagró tratados internacionales, sobre derechos humanos, de la mujer, de los niños, la autonomía de la ciudad de Buenos Aires, la representación del tercer senador por provincia, organismos de control, entre otros.
En síntesis, la reforma constitucional de 1994 mostró que es posible el diálogo y el acuerdo entre los que piensan distinto, la necesidad de dejar atrás los enfrentamientos irreductibles, que es posible -y necesario- construir bases democráticas e instituciones que trasciendan el tiempo. Y, como afirmaba Raúl Alfonsín en la campaña de la elección constituyente, explicando el Pacto con Menem que: “acuerdo viene de cordura, no de locura”.